Cambio de Hábitos
Estimados;
Cada día estoy más mañoso. Ante el hecho puntual de no poder encontrar ningún cuento que satisficiese mis requerimientos temperamentales del momento, y ante la ausencia total de algún cuento mandado por ustedes, decidí escribir uno, no revisarlo mucho y simplemente subirlo.
Espero sea de su agrado, cuidense
Diego
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Cambio de Hábitos
Corre. Se esconde. Murmulla, pero solo.
Llega a su casa, cierra la puerta, se sienta a ver tele. Lo de siempre. Camina a su refrigerador y encuentra lo usual, un par de latas, unos congelados y bebidas a medio acabar. Lo cierra.
Decide llamar a un viejo amigo, no contesta, se siente solo. Desde que se fue de casa se siente más solo que nunca. Llama a otro amigo, a su hermana… nadie le contesta. Por un momento decide no seguir llamando, nadie quiere hablar con el.
Resuelve darse una ducha, pero se arrepiente en cuanto recuerda que se le acabó el gas. Y piensa en voz alta… “esas cosas antes no me pasaban”.
Es extraño, dentro de todo, de todo lo que lo aleja de la felicidad en este momento, se siente, paradójicamente feliz, satisfecho.
Feliz de, al fin, ser infeliz a su manera. Angustiado de sentir que no esta haciendo nada útil con su vida, pero con la satisfacción de que ahora la está perdiendo sin que nadie lo moleste por ello.
Recuerda cuando tenía 16 y se juró que al tener unos años más sería libre, y por consiguiente feliz. “Lamentablemente”, pensó, “ahora comprendo cosas que antes no hacía y no quería entender tampoco”.
Miró hacia atrás. Se dio cuenta que cuando ya no tenia hora tope de llegada, llegar tarde no era tan excitante como antes. Recordó también como soñaba idílicamente con su sexualidad, con su añorada y ya perdida castidad… entonces se preguntó “¿Que mierda me pasó, donde quedaron esas metas de felicidad inmediata que solían darle una razón a mi vida?”
Apagó la tele y tuvo un presentimiento, se sintió espirituado.
Piensa entonces en salir a caminar, pero se le quitan las ganas por el miedo a que lo asalten. Se va a acostar.
Algo queda de su antiguo él en su cuerpo que lucha y cambia de opinión. Debe dejar de escuchar a su maldito superyo. Se viste, y mientras lo hace decide llevar su personal con el.
Abre la puerta y camina. Pasa por el mismo lugar oscuro que antes, el que le da miedo y por donde siempre prefiere correr. Decide en esta oportunidad pasar caminando, y dejar de lado por un momento sus malditas desconfianzas. “Hoy”, piensa, “ha empezado una guerra que debo ganar”.
Pone play y camina. No para de hacerlo hasta que está realmente cansado y vuelve a dormir. Esta ves, eso sí, un poco más liviano, un poco más sabio y con un poco más de temor, pero con una cita al día siguiente con su personal y sus zapatillas.
Cada día estoy más mañoso. Ante el hecho puntual de no poder encontrar ningún cuento que satisficiese mis requerimientos temperamentales del momento, y ante la ausencia total de algún cuento mandado por ustedes, decidí escribir uno, no revisarlo mucho y simplemente subirlo.
Espero sea de su agrado, cuidense
Diego
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Cambio de Hábitos
Corre. Se esconde. Murmulla, pero solo.
Llega a su casa, cierra la puerta, se sienta a ver tele. Lo de siempre. Camina a su refrigerador y encuentra lo usual, un par de latas, unos congelados y bebidas a medio acabar. Lo cierra.
Decide llamar a un viejo amigo, no contesta, se siente solo. Desde que se fue de casa se siente más solo que nunca. Llama a otro amigo, a su hermana… nadie le contesta. Por un momento decide no seguir llamando, nadie quiere hablar con el.
Resuelve darse una ducha, pero se arrepiente en cuanto recuerda que se le acabó el gas. Y piensa en voz alta… “esas cosas antes no me pasaban”.
Es extraño, dentro de todo, de todo lo que lo aleja de la felicidad en este momento, se siente, paradójicamente feliz, satisfecho.
Feliz de, al fin, ser infeliz a su manera. Angustiado de sentir que no esta haciendo nada útil con su vida, pero con la satisfacción de que ahora la está perdiendo sin que nadie lo moleste por ello.
Recuerda cuando tenía 16 y se juró que al tener unos años más sería libre, y por consiguiente feliz. “Lamentablemente”, pensó, “ahora comprendo cosas que antes no hacía y no quería entender tampoco”.
Miró hacia atrás. Se dio cuenta que cuando ya no tenia hora tope de llegada, llegar tarde no era tan excitante como antes. Recordó también como soñaba idílicamente con su sexualidad, con su añorada y ya perdida castidad… entonces se preguntó “¿Que mierda me pasó, donde quedaron esas metas de felicidad inmediata que solían darle una razón a mi vida?”
Apagó la tele y tuvo un presentimiento, se sintió espirituado.
Piensa entonces en salir a caminar, pero se le quitan las ganas por el miedo a que lo asalten. Se va a acostar.
Algo queda de su antiguo él en su cuerpo que lucha y cambia de opinión. Debe dejar de escuchar a su maldito superyo. Se viste, y mientras lo hace decide llevar su personal con el.
Abre la puerta y camina. Pasa por el mismo lugar oscuro que antes, el que le da miedo y por donde siempre prefiere correr. Decide en esta oportunidad pasar caminando, y dejar de lado por un momento sus malditas desconfianzas. “Hoy”, piensa, “ha empezado una guerra que debo ganar”.
Pone play y camina. No para de hacerlo hasta que está realmente cansado y vuelve a dormir. Esta ves, eso sí, un poco más liviano, un poco más sabio y con un poco más de temor, pero con una cita al día siguiente con su personal y sus zapatillas.