lunes, mayo 22, 2006

Miento Luego Existo

Vuelvo luego de bastante tiempo en el que me encontré atareado y achatado mentalmente. En esta ocasión compartiré con ustedes un cuento de José M. Pascual, el cual robé de la pagina http://www.canaltrans.com/cuentos/miento.html (no me acusen que está prohibido reproducir sus cuentos sin permiso previo, y me dió verguenza molestarlo por tal pequeñez).
Con ustedes un cuento entretenido y bien contado. Los dejo
------------------------------------------------------------

Miento Luego Existo

Conocí a Raymond Reid hace unos diez años en la ciudad de Glasgow, Escocia. Estaba yo desayunando en un bar cuando el hombre se acercó a mi mesa preguntándome si estaba dispuesto a compartirla. Dado que el lugar se encontraba muy concurrido y no ofrecía un solo lugar disponible, no tuve más remedio que aceptarlo como compañero casual.

Alto, enjuto, de unos cincuenta años, canoso y vistiendo un traje marrón bastante gastado, el caballero se mostró sociable y muy educado. Pidió un café y trató de no interferir en la lectura del periódico que me mantenía ocupado. Por cuestiones de cortesía pensé que sería un gesto obligado dirigirle al menos una palabra.

- Hace frío ¿verdad?

- Sí. ¿Usted no es escocés, verdad?- preguntó. Supongo que para demostrarme que él también era cortés.

- No. Estoy de paso. Mañana vuelvo a mi país.

Así, intercambiando pequeñas frases que luego se fueron extendiendo, Reid se presentó como profesor de filosofía a cargo de una cátedra en la universidad. Su aspecto no desentonaba con su profesión, pensé.

Después de terminado el desayuno, el hombre se puso de pie y antes de despedirse me preguntó si quería presenciar su clase, si quería acompañarlo.

- Hoy es el primer día. Me gustaría que me acompañe, cuando termine con la clase puedo llevarlo a conocer algunos sitios interesantes de mi viejo Glasgow.

Dudé, pero luego decidí aceptar. Debía esperar a la noche para viajar y pensaba hacer tiempo en quehaceres turísticos, pensar en eso guiado por un nativo me pareció más estimulante que deambular en soledad por calles que no conocía.

Salimos juntos del bar. Yo gentilmente pagué la cuenta y él me agradeció con la promesa de invitarme luego con un auténtico whisky del país. Tomamos un ómnibus hasta las puertas de la universidad; un majestuoso edificio con aire de castillo medieval y grandes caminos de roca que unían las dependencias con el bloque principal. Me contó de un tal Thomas Reid y deduje, por el apellido, que sería algún pariente del cual se sentía orgulloso. Caminamos, él hablaba de su pasión por la enseñanza, de su pasión por la filosofía y en un tono más informal, de su pasión por el Glasgow Celtic. Fuimos por los pasillos; yo lo seguía. Él, con andar pausado, iba revisando las aulas hasta que dijo “Es aquí”.

El aula estaba repleta de estudiantes que murmuraban hasta que él hizo su entrada. Yo lo seguí y me ubiqué en la parte más alta del estrado en uno de los pocos lugares que quedaban libres. Los mil ojos que se encontraban allí se concentraron en su figura que, cruzando las manos a sus espaldas, comenzó a hablar al frente de la clase.

- Muy bien- dijo - Bienvenidos-

El silencio fue total, sólo algunas sonrisas complacientes ante la presencia de quien dirigiría la reunión. Reid comenzó a hablar, a modo de introducción, sobre la historia de su vida. Las hojas comenzaron a llenarse de apuntes, algunos con mayor capacidad de síntesis que otros.
Pasaron no más de diez minutos y un hombre se presentó en el salón con dos encargados de seguridad.

- Reid, por favor- dijo el hombre mientras los agentes lo invitaban a retirarse.

Los alumnos quedaron boquiabiertos. Reid se opuso, pero fue rápidamente persuadido por los uniformados. El hombre que los comandaba quedó al frente del aula y se presentó como el rector de la universidad.

- Lamento lo sucedido. Este hombre se escapó de un neuropsiquiátrico y suele hacernos cosas como esta cada vez que logra escaparse. El profesor a cargo está por llegar; les ruego sepan esperar en orden.

El bullicio creció y el alumnado se sintió molesto, sobre todo los que más habían llenado sus cuadernos con las cosas que Reid estaba diciendo. Hubo carcajadas, indignación y todo tipo de comentarios. Nadie se atrevió a reconocer que lo que Reid estaba diciendo era interesante. Yo abandoné el aula y, por más que lo intenté, no pude dar con Reid. Uno de los profesores me explicó que el hombre había sido alumno de la institución y que por vaya uno a saber qué causa un día fue necesario internarlo.

Me hubiera gustado quedarme, pero tuve que partir ese mismo día. Me hubiera gustado que un loco hubiese sido mi guía por las calles de Glasgow, supongo que hubiese conocido cosas que jamás conoceré. Me hubiera gustado que alguien hubiese conservado los apuntes de aquellos minutos de clase, pues realmente habían sido interesantes a pesar de que no formaban parte del programa. Me hubiera gustado saber si alguno de aquellos alumnos dudó, a partir de entonces, de que la escena se repitiese, no sólo cuando llegó el «verdadero» profesor de la clase, sino cada vez que debieran enfrentarse a alguien por primera vez. Por mi parte, agradezco a Reid la enseñanza. Desde entonces, sólo presto atención a quienes me aseguran que la merecen.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Pasa muchas veces que esas personas que llamamos locos son al final verdaderos personajes a quienes vale la pena conocer, o por lo menos escuchar.
He tenido la suerte de conocer a un par de locos exquisitos de quienes mil veces prefiero su compañía a la de algún latero por muy cuerdo q sea.
Mientras más valoras el tiempo q usas en conversaciones, más te das cuenta q hay q cuidar a la gente q aporta alegría, nuevas ideas y un poco de locura a la vida... y huir como de la lepra ante quienes buscan sumarte a su rutina y meterte en un cajón.
Besotes lindo microbio, espero que todo esté saliendo espectacular. Besitos a la Manu, espero verlos pronto.

12:57 p. m.  
Blogger @ldo said...

Tremendos cuentos me encontré en este sitio, se pasó, entre este y "Cambio de hábito" estoy convencido que es un buen lugar para estar y leer.

Que tremendo "Miento, luego existo", con él me acordé de una frase que escuché en alguna parte, decía más o menos "Alguien que se está volviendo loco y lo dice, sin duda no lo está, ya que, por el contrario, los locos creen que encontraron la verdadera realidad, y la están comprendiendo".

Si nadie existiera, no habría realidad; quiénes somos entonces para negar las realidades paralelas que nos puede presentar un buen loco como el de Escocia.

Felicitaciones por el sitio y por la selección de cuentos, poca gente disfruta de estos cuentos, menos aún los comentan, pero sin duda vale la pena escribir por ellos y por uno.

Un abrazo.

1:35 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Me encanto el cuento, ame a reid!!
Me hizo pensar en esas personas que se quedaron por alguna razon atrapadas en su pasado y repiten dia a dia cierto patron, como el tipo de capus oriente que va dia a dia a estudiar para un examen de grasdo que jamas va a rendir, o ese ingeniero que quedo traumado con la geometria y se cree escuadra...esa gente vive un sueño,como el profesor de filosofia, encerrado esperando salir para dar su clase.....

11:01 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Sunflowers Etc. Fabricantes de Joyeria y Bisuteria de plata de taxco, contamos con anillos de plata 925, collares de plata de taxco, En Sunflowers Etc.. tenemos productos de calidad de plata de taxco 925 y productos con baño de plata fina .999 fil dargent fil dargent

3:05 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Este es mi cuento favorito desde ya hace tiempoo.Desde la primera vez que lo leí me encantó.Si yo ubiera sido alumna de la historia narrada , si hubiera guardado los apuntes de reidmond .Los locos estás mas locos y peor , por que no los escuchan , si los escucharan de verdad , quizás su locura desaparecería.

Pachi.-

8:08 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home